madre de los metales,te quemaron,
te mordieron,te martirizaron,
te corroyeron,te pudrieron
más tarde,cuando los ídolos
ya no pudieron defenderte.
Lianas trepando hacia el cabello
de la noche selvática,caobas
formadoras del centro de las flechas,
hierro agrupado en el desván florido,
garra altanera de las conductoras
águila de mi tierra,
agua desconocida,sol malvado,
ola de cruel espuma,
tiburón acechante,dentadura
de las cordilleras antárticas,
diosa serpiente vestida de plumas
y enrarecida por azul veneno,
fiebre ancestral inoculada
por migraciones de alas y de hormigas,
tembladerales,mariposas
de aguijón ácido, maderas
acercándose al mineral,
¿por qué el coro de los hostiles
no defendió el tesoro?
¡Madre de las piedras
oscuras que teñirían
de sangre tus pestañas!
La turquesa
de sus etapas,del brillo larvario
nacía apenas para las alhajas
del sol sacerdotal,dormía el cobre
en las sulfúricas estratas,
y el antimonio iba de capa en capa
a la profundidad de nuestra estrella
La hulla brillaba de resplandores negros
como el total reverso de la nieve,
negro hielo enquistado en la secreta
tormenta inmóvil de la tierra,
cuando un fulgor de pájaro amarillo
enterró las corrientes del azufre
al pie de las glaciares cordilleras.
El vanadio se vestía de lluvia
para entrar a la cámara del oro,
afilaba cuchillos el tungsteno
y el bismuto trenzaba
medicinales cabelleras.
Las luciérnagas equivocadas
aún continuaban en la altura,
soltando goteras de fósforo
en el surco de los abismos
y en las cumbres ferruginosas.
Son las viñas del meteoro,
los subterráneos del zafiro.
El soldadito en las mesetas
duerme con ropa de estaño.
El cobre establece sus crímenes
en las tinieblas insepultas
cargadas de materia verde,
y en el silencio acumulado
duermen las momias destructoras.
En la dulzura chibcha el oro
sale de opacos oratorios
lentamente hacia los guerreros,
se convierte en rojos estambres,
en corazones laminados,
en fosforescencia terrestre,
en dentadura fabulosa.
Yo duermo entonces con el sueño
de una semilla, de una larva,
y en las escalas de Querétaro
bajo contigo.
Me esperaron las piedras de luna indecisa, la joya pesquera del ópalo, el árbol muerto en una iglesia helada por las amatistas. Como podías,Colombia oral, saber que tus piedras descalzas ocultaban una tormenta de oro iracundo, como,patria de la esmeralda,ibas a ver que la alhaja de muerte y mar, el fulgor en su escalofrío, escalaría las garantas de los dinastas invasores? Eras pura noción de piedra, rosa educada por la sal, maligna lágrima enterrada, sirena de arterias dormidas, belladona,serpiente negra. (Mientras la palma dispersaba su columna en altas peinetas iba la sal destituyendo el esplendor de las montañas, convirtiendo en traje de cuarzo las gotas de lluvía en las hojas y transmutando los abetos en avenidas de carbón.) Corrí por los ciclones al peligro y descendí a la luz de la esmeralda, ascendí al pámpano de los rubies, pero callé para siempre en la estatua del nitrato extendido en el desierto. Vi como en la encima del huesoso altiplano levantaba el estaño sus corales ramajes de veneno hasta extender como una selva la niebla equinoccial,hasta cubrir el sello de nuestras cereales monarquías. |
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