No deberíamos morir en una tela de araña.
Nadie debería cavar nuestra fosa.
Cuando el corazón duela hasta la agonía
nadie debería apretarlo en su puño
hasta deshacerlo como una hoja seca
pisada, en el suelo.
Nadie tendría que querernos,
porque el amor es una trampa
hecha para atormentarnos.
Somos ciegos jugando con fuego.
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